jueves, junio 02, 2005

Padres y trenes.

Para Piero y Juanjo. Y para papá.

Estos últimos días han fallecido los padres de dos miembros del grupo; hace tres meses se fué el mío. Si miramos la media de edad de los componentes de LCTM, vemos que muchos pasamos la cincuentena; es la época en que estas cosas, porque el tiempo no perdona, tienen que pasar. "Es ley de vida", diría el amigo de las frases hechas, y tendría razón. Mi padre, ya cerca de los 90, pedía cada día descanso para un cuerpo enfermo que ya pocas, si no ninguna, alegrías le brindaba. Ahora quedan los recuerdos de los buenos momentos pasados,y pasados los meses, ya no ves en tu imaginación el rostro arrugado y triste de los últimos años, sino su cara alegre y juvenil de aquellos años maravillosos de la niñez. Recuerdo aquellas tardes de sábado, en las que le ayudabamos a contar las entradas del Betis (el pluriempleo...) y su cara a través de la pequeña ventanilla del estadio; los paseos por las orillas del Guadalquivir, más allá del puente de hierro, bajo los eucaliptos; los cines de verano, de higos chumbos y ambigú; aquella cerveza con el papel de "pescao frito" en una terraza de los jardines de Murillo; la radio Telefunken a oscuras, que había que ahorrar luz, y las lámparas que le cambiaba cada nada, que siempre me parecieron mágicas.
Y entre esos recuerdos no están, en mi caso, pero si en alguno de vosotros, los primeros años de trenes compartidos, el comienzo de una afición que perdura hasta ahora. Recuerdo haber visto un anuncio de Lionel de los años cincuenta en el que padre e hijo construían su maqueta juntos, y al director de la marca expresar su convicción de que el fin primordial de los trenes era unir a las familias.
Tengo buenos recuerdos de la niñez, pero esos no. ¡Como los echo de menos!